lunes, 21 de abril de 2014

El viaje soñado

Cuatro días de ocio, seis mujeres reunidas para celebrar la amistad y la vida. El punto de encuentro fue en Río Negro. Yo llegué de BA, otra viajó desde Córdoba, otra fue desde Neuquén, una más de Bariloche y dos locales que nos recibieron con los brazos abiertos y nos hicieron pasar las mejores pascuas. Reeditamos la adolescencia y el pegoteo, "o todas o ninguna", con las ventajas de tener ahora celular y whatsapp: "¿Qué están haciendo?", "¿Dónde nos juntamos?", "¿Qué hacemos a la noche?", y los asados que se fueron sucediendo, y las charlas interminables, las risas, qué risas, dios mío, hasta llorar, y yo tan contenta de pensar que poroto estaba absorbiendo esa energía positiva, ese amor, ese toqueteo de panza de las tías que están lejos, qué felicidad. Y después, a la noche -nunca antes de las tres de la mañana-, bajo el plumón calentito, poroto y sus sesiones de patadas/masajes me hacían dormir entre sonrisas.
Y acá estamos de nuevo en la oficina, después de un viaje en micro que se atrasó más de dos horas y me hizo llegar, en vez de hora y media antes, como previsto, una hora y pico tarde. También estuvo el tránsito de locos, las colas para los taxis imposibles de gente, la caminata con el bolso-yunque hasta el colectivo y así y todo esta calma y esta felicidad tan presentes.

Tarde de mate en el río

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